Sé que pensar en ti no me beneficia. Sé que ni tú, ni tus palabras me benefician. Sé que creer que eres alguien en mi vida no me llevará más que a hundirme en un hoyo sin salida.
Sé que sólo te pienso porque estás ahí, en algún plano paralelo, que yo he acercado a mí, pero en el que te encuentras a años luz. Sé que me estremezco pensando que tu proyección me toca, y que eso sólo está en mi imaginación. Sé que yo no soy para ti, lo que tú eres para mí, y que no hay forma de hacerte entender cómo he llegado a esta stuación. Sé que no estás para mí. Sé que no eres quién para mí. Sé que no soy nada para ti, y aún así, te cuido.
Estoy del otro lado del muro superponiendo mi manto en tus acciones, pensando que necesitas alguien que te acolche. Estoy en medio de la penumbra vigilando que no te tropieces con lo que no ves. Soy la mano que sujeta el farol que a duras penas te deja ver... pero sólo lo soy desde este lado del muro. Del otro lado, no puedo hacer nada. No me ves, ni me sientes, ni me oyes.
Es cierto que podría haberme hecho notar. Podría haberte tarareado melodías de fondo para que notases que no estás solo. Podría haberte enviado brisas marianas para que olieses nuevos momentos... pero me quedé quieta... me quedé paralizada mirando cómo pasa la vida delante de mí, como ya vengo acostumbrada a hacer. Me quedé mirándote en la oscuridad... sólo para sentirme mejor. Me quedé aquí helada, sólo porque la posibilidad de tu rechazo me impide mover ninguna articulación.
Nunca lo sabrás, pero yo te he construido una alfombra de plumas sobre la que caerte... pena que tú ni lo hayas notado.