Dar, podría ser una virtud como otra cualquiera, o quizás, no tan usual como pensamos... porque, aunque no por dar hay que recibir, quizá se agradecería que parte fuese correspondido... quizá el mundo de vez en cuando podría despertar y devolverte una pequeña porción de la energía que has dado... o es que quizá sólo se digna a hacerlo en ocasiones puntuales, mostrándote a otras personas capaces de dar, otras situaciones capaces de desbordarte con su encanto, otros vínculos capaces de entusiasmarte...
Gente que es tendente a dar, que sin más es generosa... gente que disfruta volcándose con los demás y la cuál disfruta de la sonrisa sincera de quien tiene delante. Gente que, por desgracia, suele ser el blanco de numerosos parásitos sociales. Parásitos disfrazados de personas risueñas y llenas de energía... sujetos que aparentemente dan, pero que únicamente se dedican a absorberte y a eludir posibles muestras de reciprocidad.
Sin embargo, por mucho que veas cómo se aprovechan de ti... eres incapaz de albergar rencor. Eres incapaz de interiorizar sentimientos tan extendido para ti misma... y en su defecto, empiezas a saborear lo amargura de las interacciones humanas. Empiezas a acumular experiencias que aumentan la saturación de tu mirada... rozando una percepción en escala de grises. Te gustaría entonces poder olvidar lo aprendido con lo vivido. Te gustaría poder convertirte en amnésico... para poder ver a las personas con una mirada nueva e inocente.
Ven y descúbreme una experiencia llena de bondad, una experiencia que me muestre que el ser humano no es un animal social únicamente por necesidad... necesidad de que lo amen, necesidad de que le ayuden, necesidad de saciar procesos biológicos... ven y descúbreme que, en algún momento de la historia, la necesidad fue pervertida y el ser humano alcanzó la cualidad de la sociabilidad... ven y muéstrame cuán equivocada estoy, mirando a través de mis ojos tristemente ennegrecidos, la realidad coloreada con colores vitales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario